MÍERCOLES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO C

Vidrieras

MÍERCOLES DE LA SEMANA II DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO C

SAN VICENTE

 

Concluyen las excavaciones sin encontrar los restos de san Vicente mártir

 

Nacido en Huesca en el siglo IV, este diácono fue martirizado en plena persecución de Diocleciano. Pronto se convertirá en uno de los santos del cristianismo antiguo que alcanzó mayor popularidad en todas las épocas.

 

Evangelio del día

 

Como seguidores de Jesús no podemos permanecer indiferentes ante las injusticias. Debemos ser capaces de denunciar todo lo que atenta contra la dignidad de los seres humanos.

 

Marcos 3,1-6

 

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.

Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada:
«Levántate y ponte ahí en medio».

Y a ellos les pregunta:
«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?».

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano».

La extendió y su mano quedó restablecida.

En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

«Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec»

La carta a los Hebreos, es uno de los escritos teológicos más importantes del Nuevo Testamento. La doctrina sobre el sacerdocio de Cristo, y el valor sacrificial de su muerte, figuran en esta carta como uno de los puntos más llamativos.

En este fragmento se nos presenta la figura de Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, a quien Abrahán, después de su victoria sobre los reyes, le había entregado el diezmo del botín conquistado, y éste había bendecido al patriarca Abrahán por el Dios Altísimo.

Melquisedec era también rey de Salem, cuyo nombre y cargo significaban “Rey de justicia” y “Rey de paz”, sin que en las escrituras se nombrara nada de su padre o de su madre, es decir, no aparece genealogía alguna, o sea, que no figuran ni su principio, ni su fin, lo que da pie a que se asemeje a Cristo, Hijo de Dios, y se les considere a ambos como “Sacerdote para siempre”.

Esto nos permite entender la supremacía de Jesucristo sobre cualquier otro sacerdote o sumo sacerdote del segundo templo de Jerusalén.

El autor quiere manifestar, sobre todo a aquellos cristianos procedentes del judaísmo, que pudieran añorar los ritos cargados de boato y ostentación de los sacerdotes judíos, que Jesús es un sacerdote eterno que, con su muerte en la cruz, es la garantía de una alianza más valiosa que la del Sinaí, pues puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, ya que vive para siempre para interceder a favor de toda la humanidad.

El salmo 109 nos insiste: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”, y aún nos dice más, “siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.

 

«Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón…»

Marcos en el inicio de su capítulo tercero nos presenta a Jesús que entra en la Sinagoga donde había un hombre con una mano paralizada.

Con anterioridad, los fariseos le habían preguntado por qué sus discípulos hacían lo que no estaba permitido en sábado ya que al cruzar un sembrado habían arrancado espigas para comérselas, y les había sentenciado que “el sábado se había hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”.

Los fariseos lo acechaban para ver si curaba en sábado y es cuando les pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado? ¿Lo bueno o lo malo?, ¿salvar la vida a un hombre o dejarlo morir? Y ellos dieron la callada por respuesta, y Jesús, tremendamente dolido, por comprobar la dureza de su corazón, curó al paralítico, por lo que los fariseos y sus compinches, se empeñaron en acabar con él.

En la vida nos encontramos con multitud de situaciones que ante violaciones de derechos humanos, o ante situaciones atroces de maltrato o violencia, nuestra reacción es mirar hacia otro lado, como si esas situaciones no fueran algo que nos compete. Somos incapaces de escuchar, no solo de oír, los gritos clamando justicia de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo por culpa del egoísmo o maltrato ajeno.

Como seguidores de Jesús no podemos permanecer indiferentes ante las injusticias, no nos pide reacciones violentas, pero si ser capaces de denunciar todo lo que atenta contra la dignidad de los seres humanos.

Jesús, amor de Dios encarnado, quiere la felicidad de todos, pues todos somos hijos de Dios, y como tales coherederos del Reino, por lo tanto nos pide valentía y coherencia con lo que decimos creer.

Hoy la Iglesia celebra la memoria de San Vicente Mártir, joven diácono aragonés que permaneció fiel a su fe a pesar de los múltiples tormentos a los que fue sometido, muriendo finalmente, pero su convicción fue firme e inamovible.

¿Vemos en Jesús al intercesor eterno que nos quiere y nos cuida? Ante la injusticia ¿miramos hacia otro lado? ¿Somos coherentes para denunciar las violaciones de la dignidad humana?

D. José Vicente Vila Castellar, OP – Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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