MIÉRCOLES DE LA SEMANA II DE PASCUA / CICLO B

Vidrieras

MIÉRCOLES DE LA SEMANA II DE PASCUA / CICLO B

Corazon nuevo

 

No temas, Dios sólo quiere una cosa, que no te pierdas por los caminos pedregosos que sólo conducen a la insatisfacción y al vacío.

 

Evangelio del día

 

Juan 3, 16-21

 

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

“El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege”

 

En la primera lectura, vemos cómo el Señor, por medio de su ángel, rescata a los apóstoles de la cárcel. En Jerusalén había comenzado la persecución hacia los seguidores de Jesús, sin embargo, éstos permanecen predicando la Buena Noticia, ¿qué es lo que hace que permanezcan en medio de las dificultades? La fuerza de la Resurrección, han visto y experimentado que Cristo está vivo, ellos mismos han resurgido de la muerte, de la esclavitud del miedo y del pecado, han creído que sólo la experiencia del Resucitado es lo que les da Vida y Vida en abundancia, esto los impulsa a no huir, a dar testimonio incluso desde la cárcel o con el martirio.

En este caso, nos narran los Hechos que el Señor inspira y anima a los apóstoles a continuar con su misión, Dios no abandona a los que sufren, como dice el salmista “si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo libra de sus angustias”. El Señor nunca nos deja solos en el sufrimiento, tantas veces  le vemos un sentido negativo al dolor, a las dificultades, porque nos fiamos más de nuestras propias fuerzas, nos cuesta abandonarnos por completo en las manos de nuestro Padre.

“Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”, el salmista sabe que en toda circunstancia, está el Señor presente, por eso, no deja nunca de alabarlo. Te invito a que hoy mires en tu interior, en tu propio corazón ¿cómo es tu actitud frente a los sufrimientos, frente a esos acontecimientos que no comprendes?, ¿pierdes la paz porque tus proyectos no salen como esperabas?

En los apóstoles encontramos modelos de fe y confianza en Jesucristo: sabían que la misión era de Dios, no dejaban de predicar el Evangelio en medio de tantas tribulaciones, y siempre con alegría. Hoy la Orden de Predicadores conmemora al Beato Antonio Neyrot, quien no dudó en dar su vida por el nombre de Jesús; a pesar de sus muchos errores, en su corazón sabía cuál era el verdadero Camino y que la Verdad sólo tiene un nombre: Jesús. Los testimonios de estos y tantos hermanos que han dado su vida por la fe, nos anima a continuar, a no desanimarnos, porque “el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege”. Nunca estamos solos, todo lo que nos pasa, todas las experiencias que vivimos, nos ayudan a poner la confianza en Él, que nos ama y hace nuevas todas las cosas.

 

“Tanto amó Dios al mundo”

 

En el Evangelio se nos revela el deseo que hay en el corazón de Dios nuestro Padre: que ninguno de sus hijos se pierda; por eso envió a su Hijo Jesucristo, para que por medio de Él alcanzáramos la vida eterna. Pero tantas veces nos cuesta creer en el poder de Jesús que puede restaurar todo en nosotros, incluso transformar el pecado en causa de Redención.

A veces creemos que Dios es alguien lejano a nosotros, que Él está en lo alto y nosotros somos demasiado poco para ser escuchados por Él. Los cristianos sabemos que esto no es cierto; por medio de Jesucristo, Dios se hace uno de nosotros, más cercano que nunca y nos ofrece su Pan y su Palabra para experimentar un amor que lo purifica todo y nos hace vivir una vida cimentada en la confianza y la esperanza en la Resurrección.

Hoy te pregunto ¿has experimentado en algún momento de tu vida que Dios estaba cerca de ti, sosteniéndote para superar los sufrimientos, los miedos, las incertidumbres? ¿a qué fuente acudes para calmar tu sed? Esa sed de amor incondicional, de alegría imperecedera, esa sed que tantas veces buscamos calmar en charcos poco profundos, sin darnos cuenta que tenemos al alcance un océano inmenso que nunca se acaba.

Rema mar adentro, distingue tu hambre y sed de Jesucristo, y como Él, pídele al Padre que se realice tu voluntad en ti. Porque esa es la verdadera felicidad, cuando dejas que Dios realice sus proyectos en ti. No temas, Él sólo quiere una cosa, que no te pierdas por los caminos pedregosos que sólo conducen a la insatisfacción y al vacío. Mira a Cristo que entregó su vida libremente por ti, por tu salvación, de esta manera tan maravillosa nos ha amado Dios, nos ha liberado, nos ha salvado para que tengamos vida eterna y resucitemos con Él en el último día.

Sor Mihaela María Rodríguez Vera O.P. – Monasterio de Santa Ana de Murcia

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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