MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE CUARESMA / CICLO C

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MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE CUARESMA / CICLO C

Mateo 5, 17-19: El que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los  Cielos. – Boosco.org

 

Pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestro entendimiento para que oyendo escuchemos, mirando veamos, y sepamos vivir a Cristo.

 

Evangelio del día

 

Mateo 5, 17-19

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

Escucha los mandatos y decretos que os mando cumplir

Es la Ley de Moisés. Una ley que no parece muy justa, que está alejada de la ley de Jesús. Tal como están redactados estos preceptos parece que son, por las circunstancias que los rodean, me resisto a llamarlos “Palabra de Dios”. Moisés dice que “él” nos enseña lo que Dios le dice, pero lo que nos llega a nosotros son palabras de Moisés, que puede trasladar literalmente las recibidas de Dios, o elaborarlas para animar al pueblo en unos momentos difíciles. Momentos en los que se disponen a ocupar una tierra que no es suya, que pertenece a otros pueblos a los que van a exterminar.

¿Hay alguna relación, algún paralelismo, con el mensaje de Jesús?, ¿Qué relación puede haber entre lo que Moisés va a legislar, que de hecho viene legislando desde el Sinaí? Yo no soy capaz de encontrar alguna relación con Lc 6, 27-38, que hemos leído y proclamado el domingo 23 del mes pasado, con esto que el Deuteronomio me va decir en los siguientes capítulos, o me lleva diciendo desde el éxodo.

Esto parece una contradicción que yo no puedo aclarar. Parece que Moisés, como sucede en el A.T., el autor, relator o escribano, va arrimando el fuego a su comida y fundamentando en Dios unos mandatos que son mosaicos o del autor. Es el criterio “de autoridad” al que se recurre con tanta frecuencia en la literatura, la filosofía e, incluso, en la teología al uso. ¿Cómo podemos entender a Jesús, al Abba de Jesús, con estos antecedentes? Jesús cambia, modifica, anula, preceptos que el Dios de Moisés ha prohibido cambiar “ni una coma, ni una tilde”. Sería increíble que el Jesús del amor a los enemigos validara las crueldades que el Pueblo de Israel ha realizado a lo largo de la historia bíblica.

¿Será que hay que dejar a un lado la literalidad de lo que leemos, o escuchamos, para encontrar el mensaje de fe con que contienen? Mi esperanza es que el Espíritu Santo, en algún momento, me lo hará entender; puede que en el último momento de mi vida, cuando se abran ante mí las puertas de la eternidad. En sus manos me pongo; Hágase su voluntad.

Escuchad no he venido a abolir, sino a dar plenitud

Jesús nos dice que “no ha venido a abolir, sino a dar plenitud” a la Ley. Son las palabras de Jesús que nos traslada Mt, 5, 17-ss. Quien “no cumpla, y así lo enseñe, hasta la última letra o tilde de la Ley será el menor en el Reino de los cielos”. Y esto es terrible si atendemos solo a la literalidad de la ley, porque somos plenamente conscientes de que la “Ley” se ha ido transformando en la “ley”; que los hombres hemos corregido la Ley divina hasta domesticarla y hacer que en ella se apoyen mandatos de Dios, que no son tales. El hombre ha ido modificando, corrigendo, aumentando la ley, siempre echando la culpa a Dios. Somos así de inconscientes. No tenemos ningún reparo en poner en boca de Dios las barbaridades que a nosotros, solo a nosotros, se nos ocurren.

Caminamos ya en la cuaresma. Es un tiempo de preparación para llegar a la resurrección del Señor. Todo lo que encontremos en el camino entre ceniza y resurrección es la historia de Jesús de Nazaret y su relación con un pueblo que, porque le acusan de no seguir la literalidad de la ley, lo va a crucificar.

Podríamos, tal vez, pensar qué pasaría ahora, cómo actuamos ante los mensajes de Cristo que recibimos constantemente. ¿No estaríamos dispuestos a crucificarlo nuevamente? Cuando escucho a prohombres, supuestas autoridades de la Iglesia, que me predican un también supuesto “sede vacantismo”, piden oraciones para que el Papa muera o, al menos, renuncie, ¿son “palabra de Dios” si están amparadas por una mitra y un báculo, o carecen de autoridad totalmente las predique quien las predique?

¿Por qué no tomamos las palabras de Jn, 6 y confesamos simple y firmemente: “Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; solo tú tienes palabras de vida eterna”. Y pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestro entendimiento para que oyendo escuchemos, mirando veamos, y sepamos vivir a Cristo?

D. Félix García O.P. – Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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