
01 mayo, 2025 JUEVES DE LA SEMANA II DE PASCUA / CICLO C
La promesa de Dios no está referida sólo al futuro después de la muerte. La vida de Dios en nosotros es ya vida eterna. ¿Vivimos, sufrimos y disfrutamos la vida de fe desde esta perspectiva?
Evangelio del día
Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Evangelio de hoy en vídeo
Reflexión del Evangelio de hoy
Dios ha resucitado a Jesús… para ofrecer a Israel el arrepentimiento y el perdón de los pecados
Leemos en este tiempo de Pascua el libro de los Hechos de los Apóstoles, que nos ofrece el testimonio que más nos aproxima a la resurrección de Jesús, desde la experiencia de sus discípulos. Estos días escuchamos en la liturgia los primeros capítulos del libro, y comprobamos de “primera mano” que la vida de los discípulos de Jesús ha dado un vuelco absolutamente inimaginable, espectacular, sorprendente… Todos aquellos que cuando Jesús fue apresado huyeron en desbandada, y que después de su muerte estaban escondidos por miedo a los judíos, los encontramos ahora dirigiéndose al pueblo sin ningún miedo, para anunciar, a tiempo y a destiempo, la noticia más increíble que se pueda imaginar: Jesús está vivo, ¡ha resucitado!.
Es importante recordar que no estamos hablando de una resurrección como las que Jesús realiza en los evangelios. Aquellos que fueron devueltos a la vida morirían cuando llegara su momento. La experiencia de los discípulos, imposible de poder expresar con exactitud, nos está diciendo que Jesús -de una manera misteriosa que no somos capaces de explicar- está vivo para siempre y presente entre nosotros y en nosotros.
Esta realidad que ellos viven les transforma de tal manera que están dispuestos a enfrentar todo tipo de dificultades, incluidas la persecución y la muerte, para anunciar a Jesús resucitado.
Y hoy les encontramos, después de haber sido liberados de la cárcel, de nuevo ante el Consejo de los judíos, que vuelven a prohibirles hablar de Jesús, a quien no quieren ni nombrar (“ese nombre” “ese hombre”). Y Pedro, con los apóstoles, insiste:
– No podemos obedeceros a vosotros, tenemos que obedecer a Dios
– El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús
– Para ofrecer… el arrepentimiento y el perdón de los pecados
– Nosotros somos testigos, con el Espíritu que Dios concede a los que creen en él
Maravillan la claridad, la fuerza, la certeza y la osadía de ese pequeño discurso de Pedro ante las autoridades de su pueblo, que tienen poder para condenarle… El encuentro con el Señor Jesús resucitado, y su Espíritu que se les ha entregado, ha cambiado su vida para siempre. Y ha hecho posible el anuncio por el que nosotros hemos podido encontrarnos, también, con Jesús, fuente de sentido y alegría de nuestra vida.
El que cree en el Hijo posee la vida eterna
Hoy escuchamos unos versículos del evangelio de Juan que parecen en clara sintonía con el relato de los Hechos de los Apóstoles de la primera lectura, y que añaden matices importantes en el modo de comprender y expresar la fe.
– El que viene del cielo está por encima de todos. Como nos dice la carta a los Hebreos, Dios se nos ha manifestado de muchas maneras a lo largo de los tiempos, a través de personas “de la tierra”, que sólo pueden hablar un mensaje “terreno”. Pero el “enviado” que viene del cielo, está por encima de todos, transmite las palabras de Dios, y da el Espíritu sin medida.
– Ese enviado es el Hijo, a quien el Padre ama y en cuyas manos lo ha puesto todo. Y eso significa que lo que “sabemos” sobre Dios, el encuentro con El, la vida que de él recibimos… se nos comunica a través del Hijo. Él es el Único mediador. Con su llegada, las mediaciones que servían como cauce de comunicación de Dios con el pueblo son ya innecesarias. Ninguna mediación -ni las anteriores ni las posteriores- tiene sentido, si no está orientada a facilitar de hecho la posibilidad de encuentro personal con el Señor Jesús. Y se aplica a todos los ámbitos: Instituciones, personas, procesos, celebraciones…
– Una última gran noticia: el que cree en el Hijo tiene ya la vida eterna. La promesa de Dios no está referida sólo al futuro después de la muerte. La vida de Dios en nosotros es ya vida eterna. ¿Vivimos, sufrimos y disfrutamos la vida de fe desde esta perspectiva?
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