
31 enero, 2025 VIERNES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO C
San Juan Bosco

Presbítero, fundador de la Sociedad de
San Francisco de Sales (salesianos),
patrono del cine
Castelnuovo de Asti (Italia), 16 de agosto de 1815 – Turín, 31 de enero de 1888
En él se ha visto un promotor social, un educador entregado, un catequista, un apologista, un escritor fecundísimo, un defendor del papa y de la Iglesia, un soñador, un taumaturgo. Armonizó trabajo y oración, llegando a una unificación perfecta de acción-contemplación. Por eso podemos decir que fue contemplativo en la acción.
A Don Bosco le han admirado y querido hombres muy distintos, de muy diferente origen e ideología: hombres de Iglesia, educadores, políticos y, sobre todo, ¡los jóvenes!. Unos lo han contemplado como un «sencillo sacerdote»; otros como «un hombre leyenda». En él se ha visto un promotor social, un educador entregado, un catequista, un apologista, un escritor fecundísimo, un defendor del papa y de la Iglesia, un soñador, un taumaturgo.
Evangelio del día
Hay momentos en que los cristianos tenemos que parar en nuestra actividad evangelizadora, dormir de noche, sabiendo que “la semilla va creciendo sin que el sembrador sepa cómo”. Hagamos lo que nos toca a nosotros: sembrar, abonar, cuidar la tierra… sabiendo bien que Jesús hará lo que le toca.
Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Reflexión del Evangelio de hoy
Somos hombres de fe para salvar el alma
La primera lectura nos habla de las consecuencias de algunos cristianos después del encuentro iluminador con Jesús. Han sufrido “múltiples combates y sufrimientos”, entre otros los de los encarcelados y la confiscación de los propios bienes, pero “sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes”.
El autor de la carta les invita a no renunciar a su valentía y a su constancia porque de esa manera tendrán “una gran recompensa”, alcanzarán “la promesa”.
Pasando a nosotros, los cristianos del siglo XXI, de alguna manera, nos vemos reflejados en la situación de estos primitivos cristianos. Tenemos alegrías y dolores. También la cruz, en sus diversas manifestaciones nos visita. Cada uno podemos decir de qué manera. Pero Jesús no nos deja solos, siempre está con nosotros. “Yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación”. Desde nuestra fortaleza y debilidad, apoyándonos siempre en la ayuda del Señor, lograremos vivir nuestra vocación de seguidores de Jesús. “Somos hombres de fe para salvar el alma”.
La semilla va creciendo sin que él sepa cómo
Hay que repetirlo cuantas veces sea necesario. Lo nuestro, en principio, de entrada es cosa de dos. Es trabajar en equipo con Jesús. Bien claro nos lo dice el mismo Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada” y “trabajad mientras vuelvo”.
Nuestra experiencia nos lo confirma. Nosotros solos con nuestras propias fuerzas no podemos hacer nada. Las parábolas del evangelio de hoy insisten en el papel de Dios. Él sigue siendo el que mueve nuestra vida y nuestra actuación, después de que nosotros hayamos sembrado la semilla en la tierra.
Hay momentos en que los cristianos tenemos que parar en nuestra actividad evangelizadora, dormir de noche, sabiendo que “la semilla va creciendo sin que el sembrador sepa cómo”. Hagamos lo que nos toca a nosotros: sembrar, abonar, cuidar la tierra… sabiendo bien que Jesús hará lo que le toca.
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