DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

Vidrieras

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

Yo soy el pan de vida

 

Juan 6: 41-51 (2021) | ARTE CRISTIANO | Lectura del Evangelio y reflexión  sobre el arte

 

La novedad singular de la fe o experiencia cristina es la encarnación: Presencia de Dios amor que se da en la condición humana. En su conducta y en sus palabras Jesús es el pan de vida.

 

Evangelio de hoy y lecturas

 

Primera lectura

Lectura del Libro primero de los Reyes 19, 4-8

 

En aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo:
«¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor más que mis padres!».

Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate, come».

Miró alrededor y a su cabecera un pan había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».

Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.

 

Salmo

Sal. 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 R: Gustad y ved qué bueno es el Señor

 

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor,
y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escucha y lo salvó de sus angustias. R.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R.

 

Segunda lectura

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 4, 30–5, 2

 

Hermanos:
No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que él os ha sellado para el día de la liberación final.

Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.

 

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51

 

En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.

Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.

Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

La historia del profeta Elías puede iluminar hoy nuestra situación. La principal tentación que tenemos los cristianos en la sociedad de bienestar no es el ateísmo sino la idolatría: arrodillándonos ante el tener, poder y gozar a costa de quien sea y de lo que sea. Incluso manteniendo apariencias religiosas o algunas prácticas rituales.

La segunda lectura, de la Carta a los cristianos de Éfeso, sugiere una convivencia, en el amor, sin crispaciones, revanchas, mentiras. Re-creando la conducta de Jesús que pasó por el mundo haciendo el bien, curando heridas, combatiendo las fuerzas malignas que tiran a las personas por los suelos y derribando muros de separación.

Estamos viendo cómo en la lógica del mercado las personas son valoradas no por su dignidad inviolable sino por lo que económicamente rentan. La idolatría del dinero y del poder provoca injusticias sociales, guerras, atropellos intolerables contra las víctimas inocentes que mueren abandonadas de todos. Mientras, el papa Francisco pide que cesen las guerras, que tengamos como horizonte y objetivo la fraternidad sin discriminaciones.

El evangelio de San Juan es el más tardío de los cuatro evangelios que se leen en la misa. Ya en su prólogo trae la confesión cristiana: Jesucristo es Palabra, Presencia de Dios mismo “en la condición humana”. Escribe partiendo de la revelación de Dios en la historia bíblica. Según el libro del Éxodo, Moisés pide a Dios que diga cual su realidad o su nombre. Y Dios contesta: “Soy el que soy”. Y el evangelista Juan aplica a Jesús ese nombre o realidad divina en muchos pasajes. En esa visión hay que interpretar la revelación “Yo soy el pan de vida”.

El discurso comienza con la exigencia ineludible de la fe en Jesús en cuanto es el pan divino bajado del cielo (Jn 6,29). El evangelista parte del AT: “vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; el que coma de este pan vivirá para siempre”.

La incredulidad de los oyentes se apoya en la condición humana de Jesús; conocen a sus padres y parientes; trabaja, come y participa en la oración del sábado como los demás judíos; no se considera superior a nadie y es amigo de los más pobres y religiosamente pecadores. No puede ser el pan de vida bajado del cielo.

La novedad singular de la fe o experiencia cristina es la encarnación: Presencia de Dios amor que se da en la condición humana. En su conducta y en sus palabras Jesús es el pan de vida. La respuesta a las necesidades y esperanzas de la persona y de la sociedad humanas. La clave inspiradora para la renovación o conversión de la Iglesia. La luz y camino para el perfeccionamiento de la humanidad con todas las realidades entre las que vive.

Pero esa fe no se reduce a creencias en verdades formuladas. Es una experiencia similar al amor: entrega libre y total a la revelación de Dios. Tiene su iniciativa en la auto-comunicación de Dios amor que se da “nadie viene a mi si el Padre no le atrae”; nuevo nacimiento del Espíritu en nuestra intimidad siempre dentro del mundo.  Pero al mismo tiempo es quehacer humano; salida voluntaria de nuestro egocentrismo; abriéndonos libre y totalmente a esa comunicación. Es el encuentro que llamamos gracia.

La celebración eucarística es el símbolo y el momento cumbre de la fe, comida y encuentro con Jesucristo, “pan de vida”. que debe tener lugar en la existencia cotidiana del bautizado.

Fr. Jesús Espeja Pardo O.P. – Convento de Santo Domingo (Caleruega)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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