
08 mayo, 2025 REFLEXIÓN – ACTUALIDAD

El gran apagón
Fueron apenas unas horas (seis, ocho, diez…depende de dónde le pillara a cada uno.) Pero, sin duda, cundió el pánico. Personas atrapadas en ascensores sin luz; operaciones a corazón abierto dependiendo de generadores eléctricos; semáforos apagados; datáfonos inoperativos…Linternas, velas, transistores de pila, dinero en efectivo y garrafas de agua se volvieron, de repente, objetos de primera necesidad. ¿Cuánto duraría el caos?
Los hubo más y menos alarmistas, pero reconozcamos que todos nos pusimos un poco nerviosos ante la incertidumbre. Incluso quienes, hace algunas semanas, escuchábamos con cierta sorna y escepticismo la recomendación de la UE de tener un kit de emergencia en casa, ayer ya no nos reíamos tanto.
Los motivos del apagón todavía no están claros y la escasez de información no contribuye a generar tranquilidad. Pero, indudablemente, levantarnos hoy con luz, agua e internet ha rebajado considerablemente la histeria colectiva. Parece -y esperamos que así sea- que todo ha quedado en un susto con consecuencias todavía difíciles de calcular.
¿Y colorín colorado este cuento se ha acabado? Pues ojalá sí, pero a mí me ha hecho pensar. Por un lado, impresiona darse cuenta lo poco que cuesta ponernos la vida patas arriba a la generación de la Inteligencia Artificial y la hiper conexión. ¿Qué hubiera pasado si en vez de horas hubiesen sido días, semanas, meses? No tiene sentido especular, pero ahí queda la pregunta, para que cada uno la rumie en la intimidad. Por otro lado, dado que reírse del kit de emergencia empieza a no hacer demasiada gracia, creo que cabe preguntarse: ¿qué meteríamos en él? Porque el agua, la luz y la comida son fundamentales, por supuesto. Pero yo ayer pensaba que las cosas más esenciales de la vida no se pueden meter en ninguna maleta. Un corte en el suministro de luz es muy evidente. Pero a veces tengo la sensación de que nos están cortando de una manera mucho más sutil la capacidad de amar, de disfrutar del presente, de vivir sin prisas, de pensar críticamente, de relacionarnos con profundidad… y contra eso, nadie pone a nuestra disposición un kit de emergencia. ¿Tendremos que creárnoslo?
Isabel Ferrando
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