02 enero, 2025 REFLEXIÓN – ACTUALIDAD
Caminar a oscuras, y al fin, ves
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló». (Isaías 9, 1).
¿Alguna vez has caminado a oscuras? Es una sensación algo extraña. Te puede generar algo de inseguridad, porque no ves bien y temes tropezar y caer. Incluso, para algunos, aparece el miedo y la angustia de no saber por dónde se va, ni saber que hay justo delante. La noche tiene esto, que cuando te adentras no lo ves todo. Esa es la experiencia del pueblo de Israel, que camina a oscuras, sin saber muy bien hacia dónde va, ni GPS que valga.
Hay gente así. Personas que en un momento de la vida no saben bien por dónde tirar. Estudios que se han torcido y que después de unos años, todo se vuelve oscuro. Matrimonios y relaciones en los que después de muchos intentos, se pierde el norte del amor y se anda a tientas, resonando el ¿estás totalmente seguro? Y también, religiosas y religiosas a los que las exigencias de la vida, unidas a una sensación de “parece que Dios no está”, hace que lo vean todo sombrío.
¿Dónde está la solución? Me parecen cosas complejas. Hay un pequeño reflejo de esperanza. Como le pasó al pueblo de Israel, encontraron una gran luz que les iluminó el camino. A muchas de estas oscuridades, la fe ayuda. Sí, la presencia de Cristo que viene a visitarnos, se convierte en un faro potente que ayuda a reconectar con los deseos primeros, a perdonar para amar de nuevo y a reenfocar toda una vida. La promesa mesiánica está ahí escondida: entre las luces de la vida que muestran el paso siguiente. Es curiosa la sensación de acostumbrarse a ver a oscuras. Cuando llevas tiempo… aparece una tenue capacidad de ver. No siempre Jesús aparece entre llamativas luces, sino en lo suave y tierno de pequeños destellos que vuelven a llenar el alma de esperanza y confianza para dar un paso más. ¡Adelante, no te detengas!
David Cabrera, sj
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