MIÉRCOLES DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

Vidrieras

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

 

Comentario del San Mateo 13:1-9, 18-23 - Working Preacher from Luther  Seminary

 

Tenemos que procurar vivir más en sintonía con el Sembrador y su Palabra, limpiando y liberando nuestra tierra de pedruscos y malezas, regándola en la oración con la lluvia del Espíritu, y así podremos dar el fruto que el Sembrador espera y desea.

 

Evangelio del día

 

Mateo 13,1-9

 

Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

No tengas miedo, yo estoy contigo

El texto que la liturgia nos presenta hoy nos narra la llamada del profeta Jeremías, sus luchas a la hora de responder y la misión que se le encomienda. Dios lo elige antes de ser engendrado y lo consagra antes de nacer. Lo nombra profeta de los gentiles y él, sobrecogido de temor y temblor, se escuda en que no sabe hablar por su corta edad. Del mismo modo, Dios nos elige, nos consagra por el bautismo, y tiene para cada uno de nosotros su proyecto para que colaboremos con Él en su Plan de Salvación. ¿En qué nos escudamos nosotros ante su llamada? ¿Cuáles son nuestras resistencias para responder y seguir su proyecto?

Las escusas del profeta se ven desmontadas por Dios y con la imposición de: Donde te envíe irás, y lo que yo te mande lo dirás. La obediencia es requisito indispensable en la misión profética y en el discipulado. ¿Cómo es nuestra obediencia? ¿Vivimos a la escucha de su Palabra? ¿Vivimos el “HÁGASE TU VOLUNTAD” o sólo lo decimos de palabra?

El Señor es fiel y no nos abandona, está con el profeta para librarlo y también con cada uno de nosotros. Nos invita a la confianza y nos asegura que ha puesto su Palabra en nuestros labios y en nuestros corazones.

Por último, el Señor le muestra al profeta la misión: Te establezco sobre pueblos y reyes para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar. También a nosotros nos pide arrancar y arrasar todo lo que nos impide seguirle fielmente; destruir y demoler los ídolos y las falsas imágenes que tenemos de Dios; edificar y plantar nuestra vida en el único cimiento: Jesucristo (1Cor 3, 11)

 

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto

El Evangelio de hoy está formado por dos partes: por un lado la introducción al discurso parabólico de Jesús que contiene siete parábolas, y por otro, se nos narra la primera parábola que es la del sembrador.

Ésta es una parábola que el mismo Jesús explica en los versículos 18 al 23 de este capítulo 13. Cristo es el sembrador y la semilla es su palabra que Él siembra con abundante generosidad. Nosotros somos la tierra que recibe esa Palabra y sí, la recibimos, pero no siempre la acogemos ni siempre lo hacemos de la misma manera. A veces nuestra tierra está endurecida por los golpes de la vida o la indiferencia. Otras veces está agobiada por los afanes y las preocupaciones y tampoco es bien acogida. Tenemos que procurar vivir más en sintonía con el Sembrador y su Palabra, limpiando y liberando nuestra tierra de pedruscos y malezas, regándola en la oración con la lluvia del Espíritu, y así podremos dar el fruto que el Sembrador espera y desea.

Oración

Señor, aquí estoy. Abro mi vida y mi corazón a tu Palabra. Hágase en mí tu voluntad. A ti me  acojo. Sé tú mi roca de refugio pues sabes que soy pobre y débil y me acecha el mal y la tentación. Tú eres mi esperanza y mi confianza. En el vientre materno ya me apoyaba en ti y Tú me sostenías. Instrúyeme, guíame para que aprenda tus mandatos y mi vida sea testimonio de que haces obras grandes en los que se ponen confiadamente en tus manos. AMÉN

Sor Mª Montserrat Román Sánchez, OP – Monasterio Santa María la Real, Bormujos, Sevilla

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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