MIÉRCOLES DE LA SEMANA V DE PASCUA / CICLO C

Vidrieras

MIÉRCOLES DE LA SEMANA V DE PASCUA / CICLO C

Juan 15, 1-8 – Boosco.org

Permanecer en Jesús es procurar vivir en sintonía con el Espíritu Santo desde la oración sincera y comprometida, desde una actitud de servicio al Reino y sus Bienaventuranzas, desde la Comunión con el Papa, obispos, clero y toda la Iglesia y desde una voluntad de apertura sincera y comprometida con todos los hombres, nuestros hermanos. Solo así podemos permanecer como sarmientos en la vid que es el Señor Jesús.

 

Evangelio del día

 

Juan 15, 1-8

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

 

Evangelio de hoy en vídeo

 

 

Reflexión

… se convertían los gentiles, con lo que causaron gran alegría a todos los hermanos

El Evangelio es siempre una gran Alegría y, como la propia palabra indica, la extraordinaria Novedad que Jesús vino a anunciarnos y a inaugurar con su Persona en la comunidad de sus discípulos, nuestra Iglesia. Y no es un grupo exclusivo, sino que nace abierta y acogedora para la construcción del Reino. El Libro de los Hechos nos describe esta convicción que tenía San Pablo respecto a los gentiles y las reservas de los hermanos procedentes del judaísmo que, en no pocos aspectos, nos recuerdan a la figura del hermano mayor de la parábola del Hijo Pródigo.

La lectura que hoy podemos hacer de este texto en nuestras comunidades es, ante todo, de la toma de conciencia de que somos Pueblo de Dios que camina en un mundo complicado, heterogéneo, necesitado de esperanza ante tantas desgracias e injusticias que cuestionan al propio ser humano en quien se encarnó nuestro Dios y Señor. Movidos por el Espíritu, estamos llamados a abrir nuestros brazos y nuestro corazón y ofrecer la Buena Noticia a todas las personas de buena voluntad, no a quedarnos encerrados en “nuestras seguridades”, añorando otros tiempos y pensando que solo nosotros estamos en posesión exclusiva de la Salvación prometida.

Él que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada

Estas palabras de Jesús las olvidamos muchas veces. La predicamos, es verdad, pero no terminamos de asumirlas como suyas, sino como nuestras y en función de determinados intereses no siempre conformes con el Evangelio. Permanecer en Jesús es procurar vivir en sintonía con el Espíritu Santo desde la oración sincera y comprometida, desde una actitud de servicio al Reino y sus Bienaventuranzas, desde la Comunión con el Papa, obispos, clero y toda la Iglesia y desde una voluntad de apertura sincera y comprometida con todos los hombres, nuestros hermanos. Solo así podemos permanecer como sarmientos en la vid que es el Señor Jesús.

Porque permanecer en la comunión es, paradójicamente, una actitud y un comportamiento dinámico, valiente, arriesgado y comprometido no pocas veces con opciones contrarias a los actuales monopolios políticos o económicos, implicarnos en y con los “descartados” de la sociedad y todo ello ciertamente nos puede causar problemas y descréditos. La clave es la Cruz donde murió el Señor, pero también donde nos salvó de una vez para siempre a todos los hombres.

Hoy celebra nuestra Orden la fiesta del beato Jacinto María Cornier (1832-1916), maestro general y persona comprometida con el Evangelio y probada en su enfermedad que en nada disminuyó su entrega a la Iglesia y la Orden.

«Estemos unidos a nuestro Señor Jesucristo, primer autor y perfeccionador de la santidad religiosa, el cual de sus sagradas llagas abre para nosotros abundantes fuentes de espíritu religioso y quiere que estemos sepultados con él con la muerte de la Cruz (Cf. Rm 6, 4; Flp 2, 8)…

Estemos unidos entre nosotros, de manera que la diversidad de naciones y de lenguas, no sólo no menoscabe la unidad, sino que la robustezca y la haga más hermosa en sus variadas expresiones. Sin embargo, la raíz lozana de esta fraternidad de ánimo será el mismo santo Patriarca, del que, aunque sin merecerlo, somos hijos. La misma raíz dará, como frutos, que seamos unánimes en un mismo sentir, conformes en las costumbres, afables en la convivencia conventual, y que en las obras apostólicas pongamos en común fuerzas y talentos.»

(De la carta del beato Jacinto María Cormier a toda la Orden de Predicadores, el día 29 de junio de 1904, después de su elección como maestro de la Orden)

D. Carlos José Romero Mensaque, O.P. – Fraternidad “Amigos de Dios” de Bormujos (Sevilla)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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