MIÉRCOLES DE LA SEMANA II DE ADVIENTO / CICLO C

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MIÉRCOLES DE LA SEMANA II DE ADVIENTO / CICLO C

Mateo 11:28–30

 

El pasaje del Evangelio de hoy, refleja la ternura y cercanía de Jesús, que no solo se interesa en nuestra vida espiritual, sino también en nuestras luchas y fatigas cotidianas, y nos recuerda, que no se espera que vivamos la vida de fe con una carga pesada, sino con un «yugo suave».

Evangelio del día

 

Mateo 11, 28-30

 

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

Esperanza confiada

En la primera lectura de Isaías, Dios se presenta como quien sostiene toda la creación y está siempre presente para su pueblo, para sus hijos e hijas.

Isaías, en este tiempo de Adviento, nos invita a mirar más allá de nuestras limitaciones y dificultades humanas. Nos muestra que, a pesar de nuestras flaquezas y del agotamiento que enfrentamos en nuestra vida diaria, Dios renueva a quienes nos cansamos, invitándonos a no rendirnos ante los obstáculos, manteniendo viva la esperanza, y transformando nuestras debilidades en fortalezas.

Además, las palabras de Isaías nos animan a vivir en espera activa, no como quien se resigna pasivamente, sino con la certeza de que Dios tiene un sueño para sus hijos. La metáfora del águila que “extiende sus alas y vuela” simboliza esta esperanza confiada, que nos permite levantarnos y superar cualquier dificultad con la ayuda de Dios.

Este pasaje también resalta la importancia de la oración y de una vida en fe, como caminos para recibir esa fortaleza divina. Dios nos invita a una relación de amor y confianza, recordándonos que, aun cuando nuestras fuerzas se agotan, Él siempre está listo para sostenernos.

 

Jesús, manso y humilde de corazón

El pasaje del Evangelio de hoy, refleja la ternura y cercanía de Jesús, que no solo se interesa en nuestra vida espiritual, sino también en nuestras luchas y fatigas cotidianas, y nos recuerda, que no se espera que vivamos la vida de fe con una carga pesada, sino con un «yugo suave».

Además, Jesús no ofrece un descanso superficial, sino un descanso para el alma, algo mucho más profundo que alivia las ansiedades y dudas internas. Esta invitación a «ir a Él» abre un espacio para reflexionar sobre la oración y la relación personal con Dios, no solo como una obligación o una serie de peticiones a modo lista de deseos, sino como una auténtica entrega en la que confiamos nuestras cargas.

Jesús, nos invitas a aprender de ti, manso y humilde de corazón, pero no dices dónde y cómo se aprende eso, a no ser por la oración, por la entrega sin medida, por la humildad ilimitada, por la confianza desmesurada, por la esperanza impertérrita. ¿Y dónde encontramos todos esos rasgos unificados? En tu madre, la Virgen María. Ella es un modelo de caminar en la vida. Ella, una sencilla y humilde muchacha de pueblo, que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios. Y en su seno, la esperanza de Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha hecho historia: Jesucristo.

¿De qué manera puedo vivir con más confianza y esperanza, recordando que Dios tiene un sueño para mí?

¿Qué significa para mí «esperar en el Señor» y cómo puedo hacer que esa espera sea activa en mi vida diaria?

¿Permito que la humildad y la paciencia transformen mi vida?

Fraternidad Laical de Santo Domingo de Valencia

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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