MARTES DE LA SEMANA IV DE PASCUA / CICLO C

Vidrieras

MARTES DE LA SEMANA IV DE PASCUA / CICLO C

Nuestra Señora del Rosario de Fátima

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

 

No es fácil ser sinceros con uno mismo. Es una apuesta, sin embargo, ineludible a quien busca la verdad y desea ser fiel a ella.

 

Evangelio del día

 

Juan 10, 22-30

 

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

 

Evangelio de hoy en vídeo

 

Reflexión

Gran número creyó y se convirtió al Señor

Esta primera lectura nos relata un momento crucial de la iglesia primitiva, y de la historia de la Iglesia: Cómo el evangelio de Jesús, su misma persona, están abiertos a todos, sea cual sea su religión, su raza. En un principio se creyó que lo que surgía de la palabra y de la vida de Cristo era un nuevo modo de interpretar la fe judaica y de vivirla, reservado a los judíos. En el momento que relata la lectura la Iglesia se hace católica. Luego los autores de los evangelios escribirían que Jesús había dicho que se predicara el Evangelio a toda criatura, a todas las gentes. San Pablo, tras escuchar lo que había sucedido en Antioquía, enfrentándose a algunos apóstoles. sería el evangelizador de los gentiles. Allí en Antioquía donde la Iglesia asumió su condición de católica, universal fue donde los seguidores de Jesús de Nazaret, se empezaron a llamar “cristianos”. Ser cristiano es ser universal, no poner muros, sino puentes, como pedía el recordado Papa Francisco.

La pregunta que surge es: ¿somos cristianos porque construimos puentes, o buscamos un exclusivismo de ideas, de ética, de religión, que defendemos con muros?

Yo y el Padre somos uno

Jesús en este texto aplica el dicho que conocemos: “no hay peor sordo que el que no quiere oír”; porque es lo que sucede con sus interlocutores, los judíos. Y añadiríamos; “no hay peor ciego que el que no quiere oír”. Jesús se había presentado como Mesías, pero no lo quisieron oír. Jesús había realizado signos que manifestaban que Dios estaba con él, pero no lo quisieron ver. Las palabras de Jesús, avaladas con sus signos no les interesaban, les bajaban de su pedestal social, religioso, ideológico; les complicaba la vida. No habría declaración clara ni hechos incontestables, que le sacaran de su situación religiosa, social e ideológica.

Para encontrarse con Jesús es necesario buscarle o al menos no cerrarse a él, estar abierto a lo que va a exigir en nuestro modo de vivir y de convivir… Estar abierto a lo que nos indique ya es ser, como dice el mismo Jesús, ovejas suyas. Con nuestras limitaciones; que aceptamos; no nos inducen a prescindir de él. Es una fuerte tentación que abarca muchos aspectos de nuestro vivir y convivir: desear que el evangelio de Jesús avale nuestras opciones de vida, y no preocuparse de que estas sean acordes con el evangelio, con la fe que profesamos. No es fácil ser sinceros con uno mismo. Es una apuesta, sin embargo, ineludible a quien busca la verdad y desea ser fiel a ella.

Por ello a la luz de este texto hemos de preguntarnos si queremos ser conducidos por el evangelio como surge de Jesús, o interpretamos sus palabras para justificar, lo que no es evangélico en nuestra vida.

Fray Juan José de León Lastra O.P. – Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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