MARTES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO C

Vidrieras

MARTES DE LA SEMANA III DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO C

SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

Quién fue Santo Tomás de Aquino? - Heraldos del Evangelio

 

Presbítero dominico, doctor de la Iglesia,
patrono de las escuelas y estudios católicos

Roccasecca (Italia), 1225 – Fossanova, 7-marzo-1274 (Canonizado: 18-julio-1323)

 

Santo Tomás de Aquino es uno de los grandes santos que Dios ha dado a su Iglesia. Merece ser conocido, venerado, invocado. Su lección de vida y doctrina cristiana no debe caer en el olvido. La Iglesia del tercer milenio lo necesita como guía espiritual. Quienes tienen familiaridad con su obra y le tienen devoción lo designan como «el más santo entre los sabios y el más sabio de los santos».

Nos falta una medida para comprobar los pasos que Tomás ha dado en su itinerario hacia Dios. La única medida es su obra de fraile predicador, de teólogo, el reflejo de su experiencia de Dios. Toda ella ha sido fruto del propósito de servir a Dios en la orden dominicana.

 

Evangelio del día

 

“Cuídate” nos dicen allegados y amigos al despedirse. En efecto hay que cuidarse. Sobre todo cuidar nuestro interior, que es lo que indica la verdad de lo que somos. ¿Nos cuidamos?

 

Marcos 3,31-35

 

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».

Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

 

Aunque los textos sean de la lectura continua. No podemos pasar por alto que hoy celebramos a Santo Tomás de Aquino. Para los dominicos con categoría de Fiesta.

Santo Tomás es una de los santos más relevantes en la historia de la Iglesia. Es referencia, lo fue de manera especial en el Concilio de Trento, para ahondar en la palabra revelada. Pero no solo eso, más allá del gran intelectual, que ofreció el compendio más utilizado de Teología, tuvo su dimensión mística, que le llevó a experimentar el misterio de Dios, no solo con la mente, sino con el corazón.

He aquí que vengo para hacer tu voluntad

La primera lectura nos conduce a la verdad del culto; y de manera especial a cómo vivir al margen del pecado. El autor de la carta, indica que no es factor de perdón la simple acción cultual; es necesario, imprescindible, una actitud interior, que nos lleve, a pesar de nuestros fallos, a desear cumplir la voluntad de Dios. Es advertencia necesaria, ante cierta mecanización que podemos hacer de nuestro culto y en concreto de los sacramentos, como si tuvieran eficacia al margen de la actitud interior. Esa actitud interior la manifestamos en el rezo del padrenuestro: que se haga la voluntad de Dios. Solo desde buscar y acatar esa voluntad vale nuestro culto y se supera el pecado. Es lo que se repite en el salmo responsorial: “estamos aquí para cumplir la voluntad de Dios”.

El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre

En la línea de lo indicado a propósito de la primera lectura vemos que María es madre, no solo por dar a luz a Jesús, sino antes y sobre todo porque acogió la palabra, y “cumplió la voluntad de Dios”. San Agustín ya lo indicó: más que la razón biológica, fue esa actitud ante los planes -la voluntad- de Dios sobre ella lo que la convierte en madre. Declaración manifiesta de que lo que nos constituye en la verdad de lo que somos es nuestra interioridad. El Vaticano II en el documento Gaudium et spes lo señaló con contundencia: «No se equivoca el hombre cuando se reconoce superior a las cosas corporales y no se considera sólo una partícula de la Naturaleza o un elemento anónimo de la sociedad humana. Pues, en su interioridad, el hombre es superior al universo entero; retorna a esta profunda interioridad cuando vuelve a su corazón, donde Dios, que escucha los corazones, le aguarda y donde él mismo, bajo los ojos de Dios, decide sobre su propio destino»

“Cuídate” nos dicen allegados y amigos al despedirse. En efecto hay que cuidarse. Sobre todo cuidar nuestro interior, que es lo que indica la verdad de lo que somos. ¿Nos cuidamos?

Fray Juan José de León Lastra O.P. – Convento de Santo Domingo (Oviedo)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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