LUNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA / CICLO C

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LUNES DE LA SEMANA IV DE PASCUA / CICLO C

Yo soy la puerta” (Juan 10, 1-10)

 

Jesús se presenta como la puerta, el Buen Pastor y el dador de vida eterna. No hay mayor amor que el sacrificio de Cristo, y no hay mayor seguridad que seguirle como nuestro Pastor.

 

Evangelio del día

 

Juan 10, 1-10

 

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

 

Evangelio de hoy en vídeo

Reflexión

Yo soy la puerta

La Pascua es revolución por sus cuatro puntos cardinales. Primavera frente al invierno y al otoño de añoranzas y recuerdos vacíos. Por eso no es de extrañar que los hechos de los Apóstoles estén inundados de esta nueva forma de sentir y vivir. La inclusión de los gentiles en el plan de salvación  y la defensa de Pedro ante la iglesia de Jerusalén, marcan un nuevo amanecer que hunde sus raíces en la misma esencia del Resucitado. Todos los pueblos, sin excepción, deben conocer el Evangelio.

La noticia de que los gentiles habían recibido el Anuncio causó asombro y controversia entre los judíos circuncisos ya que se sentían con la exclusividad del mismo. Esto muestra cómo los prejuicios culturales y religiosos pueden dificultar la aceptación de la obra de Dios. Por tanto hay que ir cambiando de mentalidad y dejar que Dios sea de todos. Pedro explica detalladamente cómo Dios le había dirigido. Su testimonio enfatizó que la obra no era suya, sino una acción divina. Lee las señales desde perspectiva de resurrección. Responde con paciencia, claridad y una actitud de humildad, confiando en que Dios obrará a través de su testimonio. Imagen de un Apóstol que, sin lugar a dudas, aprende de sus errores y se deja iluminar por la luz de la Pascua. Resalta que la manifestación del Espíritu Santo era una señal inequívoca de que Dios había aceptado a los gentiles. La salvación no depende de tradiciones humanas, sino de la obra del Espíritu. Esto lo llevó a aceptar la voluntad de Dios y animar a otros a hacer lo mismo. La iglesia aceptó y celebró que Su gracia estaba alcanzando a los gentiles. Esto marcó un momento crucial en la expansión del Evangelio. Aceptar que Dios tiene un plan perfecto y que su voluntad es superior a nuestras opiniones y prejuicios, dejar al Espíritu ser Espíritu.

Jesús se presenta como la puerta, el Buen Pastor y el dador de vida eterna. No hay mayor amor que el sacrificio de Cristo, y no hay mayor seguridad que seguirle como nuestro Pastor. A través de estas metáforas nos presenta su identidad, su propósito y la relación única con quienes le siguen. Es la única puerta que nos lleva a la vida eterna. Una puerta legítima para las ovejas. Es el medio de acceso y protección, ya que a través de ella se encuentra seguridad. Sólo cuando se cruza hay salvación y vida abundante, pasto y libertad.

El asalariado huye cuando surge el peligro, mientras que el buen pastor lo enfrenta para salvar a las ovejas. Jesús está dispuesto a dar su vida misma como acto supremo de amor y protección. Este sacrificio suyo es el corazón del Evangelio. El Buen Pastor no es un líder que se aparta en tiempos de crisis. Todo parte de la relación personal e íntima entre Él y aquellos que le siguen. Nos conoce y le conocemos. Esta relación es fundamental porque no se basa en un conocimiento superficial, sino en un vínculo profundo que lleva a la obediencia y confianza mutua. Nos conoce de manera única, es un conocimiento transformador. No se trata sólo de saber de Jesús, sino de experimentar su amor, gracia y dirección cada día. Es una pérdida de tiempo buscar otras puertas sabiendo dónde y quién es la puerta con mayúsculas.

Fr. Martín Alexis González Gaspar O.P. – Convento de Ntro. Padre Sto. Domingo (Torrent)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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