24 octubre, 2024 VIERNES DE LA SEMANA XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B
Señor, te agradecemos la posibilidad de encontrarnos una vez más con tu Palabra, te pedimos nos ayudes a poner en práctica tu Palabra que nos invita a ser observadores atentos de la realidad. Que descubramos tu voz en ella y que nuestro compromiso vaya siempre en la línea de la reconciliación y la justicia.
Evangelio del día
Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente:
«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede. Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede.
Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?
Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel.
Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».
Reflexión del Evangelio de hoy
Buscamos tu rostro, Señor
San Pablo en los capítulos anteriores, expone a la comunidad de Éfeso el misterio de Cristo y de la Iglesia. El plan salvador de Dios que, a través de Cristo “nos ha enriquecido con toda clase de bienes espirituales” y casi al final del capítulo primero continua “y vosotros también, los que acogisteis la palabra de la verdad, que es la buena noticia que os salva al creer en Cristo, habéis sido sellados por él, con el Espíritu Santo prometido”
Envueltos en tanta riqueza espiritual como acaba de recordar, nos invita a vivir “según la vocación a la que habéis sido llamados” con unas actitudes determinadas para no desperdiciar la gracia que nos habita y en la que habitamos.
Exige un compromiso concreto en nuestra manera de actuar. Se nos recuerda, una vez más, que nuestra vida cristina, nuestra espiritualidad tiene un test de veracidad de nuestra fe, de nuestro compromiso cristiano: las actitudes que manifestamos en nuestra vida diaria.
Hay también una preocupación en este texto y en toda la carta, por la unidad de la Iglesia en al que el autor puede observar en las comunidades de Éfeso, cierto peligro de fragmentación. Estas virtudes que se nos recuerdan como compromiso de nuestra vocación de creyentes: Humildad, paciencia para sobrellevarnos con amor. Tratar a los otros con amabilidad. El ejercicio de estas virtudes ayudase a los creyentes a “conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad que es fruto del Espíritu”
Estas virtudes que el apóstol expresa aquí nos ayudarán también en el hoy de nuestras comunidades o de nuestra sociedad. Termina la cita que nos corresponde reflexionar, y que nos engrandece y nos unifica, como cristianos. ”…un solo cuerpo, un solo Espíritu…una esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados”
¿Cómo es que no sabéis discernir el tiempo presente?
Lucas sabéis se dirige a una comunidad de la segunda generación con peligro de perder “el ardor primero “en el seguimiento de Jesús, con el riesgo de acomodarse a la situación que viven. Aparece la tentación de la rutina. Es una situación de la comunidad a la cual se dirige Lucas pero que puede tener algunas coincidencias con las nuestras.
Por otra parte, el texto que reflexionamos está ubicado en el camino de Jesús a Jerusalén, en un periodo próximo a su final, que aprovecha Lucas para poner toda la enseñanza que Jesús quiere transmitir sobre el Reino y las actitudes que debieran acompañar a sus seguidores. El tiempo apremia y hay que aprovechar las enseñanzas del Maestro.
Sabemos de la importancia que tiene leer e interpretar los signos de los tiempos, la importancia de analizar la realidad, la importancia de saber interpretar bien la realidad que vivimos. En una palabra, discernir bien los acontecimientos para tomar las decisiones adecuadas
Nos sorprende Jesús, diciéndonos a nosotros sus seguidores ¿cómo es que veis, observáis la naturaleza, los acontecimientos, bien en imágenes del tiempo meteorológico, en los informativos que muestran diferentes y preocupantes realidades sociales, en la calle, en la realidad concreta de cada persona y no acabáis de descubrir las señales que Dios os está enviando, lo que está queriendo deciros y que atañe a la manera de responder a esa realidad, como creyentes, como comunidad de fe, como miembro de la sociedad en la que vivo?
Porque eso mismo les recrimina Jesús a la multitud que le seguía, veintiún siglos atrás. ¿De modo que sois buenos observadores e interpretáis bien las señales de la naturaleza y no habéis descubierto todavía las señales del Reino de Dios, no habéis descubierto en mi persona las señales de la llegada del Reino, de mi paso entre vosotros como Mesías? Jesús, como gran pedagogo, expresa una experiencia humana común a todos los hombres para hacerles más comprensible su mensaje: la lluvia sobre justos e injustos etc. San Lucas nos invita a ser observadores atentos de la realidad.
Si volvemos a leer el texto situándolo en el hoy y en las circunstancias concretas de cada persona quizá descubramos, continuando con su relato y sus exigencias, que el mensaje que Jesús nos lanza a través de la contemplación de lo que vivimos, tiene una repercusión inmediata en nuestra práctica de vida. Caminamos junto con otros, también en nuestro entorno, si no guerras puede haber pequeños conflictos, muy claramente Jesús también nos da una pauta para que nuestras decisiones, nuestro discernimiento en cada situación, sea conforme a lo que Dios quiere.
¿Qué puedo hacer para favorecer la paz, qué puedo hacer para favorecer la acogida, qué puedo hacer para evitar que la naturaleza sufra, qué puedo hacer para acompañar la soledad, para aportar comprensión en un conflicto, qué puedo hacer…?
Hagámoslo ahora que vamos de camino, en este camino de la vida, no nos limitemos a escrutar, y discernir. Discernir requiere tiempo, reflexión, escucha y búsqueda sincera de lo mejor según los criterios del evangelio.
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