25 julio, 2024 JUEVES DE LA SEMANA XVI DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B
“El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor”
Santiago, apóstol
Santiago de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor, fue uno de los apóstoles que siguió al Señor y el primero en dar su vida por el Reino. La tradición considera que fue el primer evangelizador de España y que su cuerpo llegó a Galicia siendo enterrado en Compostela.
La enseñanza de Jesús es una llamada a la transformación personal y comunitaria. Nos anima
Evangelio del día
Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Reflexión del Evangelio de hoy
La fidelidad de Santiago
Celebra hoy la Iglesia la fiesta de Santiago Apóstol, testigo y seguidor de Jesús, fiel y valiente. Comienza la primera lectura describiendo una comunidad de apóstoles reunida y unida. Una comunidad que predicaba el Reino de Dios, y que al hacerlo atraía a tanta gente, que molestaba a las autoridades religiosas, hasta el punto de que el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.
Estos pasajes de los Hechos de los Apóstoles nos desafían a vivir nuestra fe con valentía y convicción. Nos recuerdan que el testimonio cristiano auténtico puede atraer oposición y persecución, pero también que es un canal apropiado de predicación para extender el Reino de Dios. Como los primeros apóstoles, estamos llamados a ser testigos del amor y la resurrección de Jesús y sobre todo, estamos llamados a predicarlo.
El tesoro de la vulnerabilidad humana
Nos habla la segunda lectura de la vulnerabilidad humana; y es que, ciertamente ante la fragilidad es común encontrarnos con sentimientos de ansiedad, miedo, inseguridad, baja autoestima, tristeza o desesperanza, entre otros. Sentimientos que tienen también impacto físico en nuestros cuerpos y en nuestras relaciones interpersonales. Pero, sentirse vulnerable, es una experiencia humana común que, aunque puede ser desafiante, también ofrece oportunidades para el crecimiento personal y la conexión auténtica con Dios y el prójimo. Aprender a manejar la vulnerabilidad de manera saludable puede transformar esta experiencia en una fuente de fortaleza y resiliencia.
San Pablo nos enseña en su Segunda Carta a los Corintios, que nuestra fragilidad no es un obstáculo para la acción divina, sino más bien el contexto en el que el amor y la gracia de Dios se manifiestan con mayor claridad. Al reconocer y aceptar nuestra vulnerabilidad, permitimos que Dios trabaje en nosotros y a través de nosotros, mostrando su amor en nuestra debilidad. Esto nos invita a vivir con esperanza, confiando en la fuerza de Dios y siendo testigos de su amor y misericordia, incluso en nuestras debilidades.
Grande es quien sirve
En este pasaje del Evangelio de Mateo, encontramos la petición de grandeza de una madre para sus hijos, y la respuesta de Jesús, enmarcada en el servicio como única forma de grandeza y poder.
Jesús aprovecha la ocasión para enseñar a sus discípulos sobre el verdadero significado del liderazgo y la grandeza en el Reino de Dios. Contrasta el liderazgo mundano, caracterizado por la dominación y la autoridad, con el liderazgo que él propone, que se basa en el servicio y la humildad. El mayor entre ellos debe ser el servidor de todos, y el primero debe ser el último. Jesús mismo es el ejemplo, ya que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por toda la humanidad.
Este pasaje nos desafía a reconsiderar nuestras ideas sobre el poder y el liderazgo. En un mundo donde la grandeza a menudo se mide por el estatus, la riqueza y la autoridad, Jesús nos llama a un modelo radicalmente diferente. Nos invita a buscar la grandeza a través del servicio y la humildad, poniendo las necesidades de los demás por encima de las nuestras.
La enseñanza de Jesús es una llamada a la transformación personal y comunitaria. Nos anima a servir en nuestras familias, comunidades y lugares de trabajo. En lugar de buscar reconocimiento y honor, debemos buscar formas y maneras de dar la vida por los demás.
Este enfoque no solo transforma nuestras relaciones personales, sino que también tiene el poder de transformar la sociedad. Una comunidad donde todos buscan servir y apoyar a los demás, reflejará el Reino de Dios ahora, un Reino donde la verdadera grandeza se encuentra en el amor y el servicio desinteresado.
¿Soy fiel al mensaje de servicio que propone Jesús?
¿Aprendo de mis vulnerabilidades? ¿Me sirven para acercarme a Dios?
¿Con mi servicio mejoro la vida comunitaria?
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