17 diciembre, 2024 GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
Un camino en el desierto
Contra la tendencia a pensar que la persona se hace a sí misma o que nuestra vida es, sobre todo, el resultado de nuestras acciones, de nuestro concienzudo y empeñado trabajo, el jesuita Teilhard de Chardin nos recuerda que en realidad nos recibimos más que nos hacemos. Es cierto, muchas de las cosas que nos configuran no las elegimos, sino que simplemente se dieron. La enfermedad o la muerte son las pasividades más evidentes que recibimos; asimismo el día a día está lleno de imprevistos que nos afectan y obligan constantemente a redirigir nuestros pasos. Una experiencia que ilustra bien todo ello es mudarse a otra ciudad, ya sea por estudios, trabajo, amor o misión.
Las personas con las que nos encontraremos, cómo será nuestra adaptación a ese nuevo lugar, o lo que lograremos hacer o bien quedará como proyecto frustrado, escapa en muchos casos de nuestro control. Todos deseamos que las cosas se den preferiblemente de un modo, pero que así sea no se debe por completo a nosotros mismos. Por eso, cada cambio de ciudad tiene mucho de andanza por el desierto, porque nos sumerge en un terreno incierto, indeciso y difuminado. Resulta curioso que en este segundo domingo de Adviento, el Señor nos invite a adentrarnos en esos contornos desérticos.
El Evangelio propuesto para este día, se hace eco de las palabras de la profecía de Isaías, que dice: una voz grita, preparad en el desierto un camino para el Señor (Is 40,3). ¿Por qué dirigir nuestros pasos hacia ese terreno aparentemente hostil? Para descubrir que todo es don y gracia. Pues el desierto, como nuestro aterrizaje en una nueva ciudad, nos desprovee momentáneamente de nuestras valías o poderes, y nos hace descubrir la ridiculez e insignificancia de tantos de nuestros afanes cotidianos. De este modo, al albur de la intemperie y la desolación, experimentamos que sólo en Él y en su amor debemos poner nuestra confianza; acaso así regresaremos de nuestra travesía por el desierto o por tierras lejanas dejando arrumbadas en esas soledades no pocas cosas que al llegar nos lastraban y con mucho más de lo que trajimos.
José Luis Olea, sj
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