23 noviembre, 2024 GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
En la frontera de la institución
El otro día hablaba con una amiga sobre la cantidad de instituciones eclesiales que existen y lo grandes que son muchas de ellas. Esto, en ocasiones dificulta que éstas puedan llevar a cabo su labor evangelizadora, más aún en una sociedad como la nuestra, que se seculariza a pasos agigantados.
Así, no es extraño encontrarse con cristianos (¡no solo curas y monjas!), que se multiplican como María de Betania, buscando apagar todos los fuegos que se abren en los distintos frentes de la institución, tratando de llevarla a buen puerto, mientras los vientos contrarios parecen querer acomodarla a otros ideales. O también ver como los inspiradores, custodios del carisma (que no sus dueños), quedan relegados a un ámbito en el que, o bien se les dedican muchas y muy buenas palabras que no se corresponden con la realidad, o bien se les explica lo difícil que es continuar con el camino comenzado, por no hablar de las dificultades que esto conlleva para su rentabilidad.
Ante esta situación, hay quien piensa que lo más fácil sería hacer borrón y cuenta nueva. Abandonar todas estas instituciones y comenzar a evangelizar de cero desde comunidades cristianas de nueva fundación. Es verdad que es necesario un discernimiento valiente de nuestras presencias para no engañarnos pensando que evangelizamos cuando no lo hacemos, ni quemarnos queriendo sostenerlo todo como superhéroes. Pero, todo ello debemos hacerlo desde la responsabilidad con aquello que hemos recibido y también desde la apertura a las inspiraciones y la acción del Espíritu y no desde nuestros propios intereses.
Lo cierto es que hoy, trabajar en una institución de la Iglesia podría considerarse una frontera. La cosa es cómo nos situamos en ella. Por bajar al terreno de lo concreto, yo mismo me imagino muchas veces saliendo a evangelizar a personas que no han oído nunca hablar de Jesucristo. Y, después, me doy cuenta de que esas personas me las pone Dios delante en muchos de mis alumnos y algunos de mis compañeros. De momento se trata de aceptar la frontera en la que estamos, hasta que el Señor quiera llevarnos a otra.
Dani Cuesta, sj
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