10 diciembre, 2024 GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
GRUPO JOVEN SAGRADOS CORAZONES
Por un instante te abandoné
«Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te acogeré» (Isaías 54,7).
El sentimiento de abandono, de soledad, es quizá de los más desagradables que existen. Nos remiten al desamparo del corazón, a la inhabitación por dentro. En torno a esto, surgen iniciativas que tratan de saciar al corazón por caminos que no son suyos: mindfulness, coaching, grupos de autoayuda…
Los eventos que nos rodean alimentan esta sensación. Los efectos devastadores de la DANA aún presentes nos recuerdan cuán desamparados y a merced de otros estamos. ¿Cómo sobrevivir en la esperanza a tanto desastre? ¿Cómo anunciar a un Dios que viene en medio de estos eventos que encogen el corazón y casi no dejan espacio más que para el dolor? Ha habido una escena en todo esto que me recuerda la bondad de Dios. En una plaza de alguno de los pueblos afectados por el temporal en Valencia sucedió el encuentro de unas personas que hicieron de un momento ya ordinario un instante especialmente extraordinario. Había un sacerdote joven con barro hasta las rodillas, uno de tantos. Y una pregunta que corta el ambiente: ‘¿Dónde está Dios?’. El contexto se entiende. Devastación, destrucción, vidas rotas, todo desolado… Lo extraordinario es la respuesta de este joven sacerdote: «¿Es que no lo ves? ¿No ves la ola de solidaridad, de amor, que se ha desatado en estas calles?» Es posible que estas no sean las palabras exactas. Lo importante es la mirada de esperanza sobre la misma situación, destructora para ambos, sinsentido para uno, repleta de amor para otro. El amor engendra amor. La esperanza abre a la esperanza. Son la vida misma de las palabras del profeta Isaías: «Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te acogeré…» Abrazar y vivir con esperanza lo que a simple vista es desesperanzador por la pérdida.
Hay motivos para la esperanza. Hay esperanza para la Esperanza, para un Dios que acoge lo que por un momento parece haber dejado de mirar; cuyo Corazón es capaz de amar lo desechado por todos. Ama más cuanto mayor es el dolor. En la vida ordinaria siempre hay motivos para el amor enternecedor, para el abrazo inesperado, para la palabra oportuna y la mano tendida. Solo hay que dejarse conmover… y la revolución de la ternura estará servida.
Maripi Amigo HICM
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