14 noviembre, 2024 JUEVES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B
Evangelio de hoy
Si nos hemos abierto a la fuerza del Espíritu Santo, sabremos que el Reino está en nosotros y nadie nos podrá engañar con cantos de sirenas. Una Fe enraizada en el alma es la mejor garantía de que algún día estaremos con el Maestro y viviremos la plenitud del Reino de Dios.
Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús:
«¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?».
Él les contestó:
«El reino de Dios no viene aparatosamente, ni dirán: “Está aquí”
o «“Está allí”, porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros».
Dijo a sus discípulos:
«Vendrán días en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Entonces se os dirá: “Está aquí” o “Está allí”; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».
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Reflexión del Evangelio de hoy
Caridad en el corazón
San Pablo, ya mayor y en prisión, envía una carta a Filemón en la que le da cuenta de que le envía a un antiguo esclavo al que ha convertido. Asistimos a un episodio de la vida de aquella primera Iglesia perseguida y martirizada, de cómo se organizaban para servir al Evangelio aún en las condiciones más duras. Y hay un detalle que llama la atención: San Pablo le pide a su amigo que reciba a Onésimo apelando a su caridad, dejando de lado la autoridad que pudiera tener como Apóstol destacado.
La Caridad es una de las tres Virtudes Teologales, que todo cristiano debemos practicar y repartir. Y la Caridad solo podemos entenderla si llevamos a Jesús en nuestro corazón. Y a ella apela San Pablo dando a entender su importancia en nuestras vidas. Si tuviéramos Caridad muchos conflictos no se producirían, seríamos más generosos con los demás, el perdón de las faltas del prójimo vendría de su mano. La Caridad nos hace grandes y humildes a la misma vez, que es precisamente lo que nos enseña San Pablo en este pasaje: él está por encima de Filemón y podría ordenarle ejecutar sus órdenes, pero se lo pide “por Caridad”.
Si hasta el mismo Cristo tuvo Caridad con sus verdugos (“Padre perdónalos que no saben lo que hacen”) ¿no deberemos nosotros tener Caridad en todo lo que hagamos?
Interiorizar la Palabra para predicarla
Una vez más los fariseos interrogan a Jesús, en este caso sobre la venida del Reino de Dios. Como muchos judíos de la época esperaban un mesías victorioso, más guerrero que otra cosa. Y la respuesta que reciben no puede ser más contundente: El Reino está dentro de vosotros, porque no es un reino terrenal, algo que no todos entendían. Incluso tuvo que explicárselo a sus discípulos en varias ocasiones.
La importancia de interiorizar el mensaje de Cristo es fundamental. Nuestro corazón debe ser receptivo, abierto a las cosas de Dios, solo así podremos sentir que el Reino está aquí, con nosotros. Solo desde dentro podemos colaborar en la misión de implantar el Reino de Dios en la tierra. Para eso tenemos que aprender a descubrirlo mediante la oración y la contemplación, mirando a nuestro interior para darnos cuenta de que verdaderamente somos templos del Espíritu Santo. Y el Reino irá acampando en las almas de todos y cada uno de nosotros, sin necesidad de grandes manifestaciones, íntimamente y sin ruido. Luego nosotros debemos darlo a conocer a los demás como hicieron los primeros cristianos: mediante la palabra, las obras y el ejemplo.
Una vez más anuncia Jesús a los Discípulos que el Hijo del Hombre habrá de padecer, dando a entender que la vendida del Reino no es fácil. Y también les avisa de las falsas llamadas. Hoy se nos acercan muchos falsos profetas prometiendo un mundo feliz (dinero, sexo, placeres mundanos…) pero si llevamos interiorizado el mensaje de Cristo, si nos hemos abierto a la fuerza del Espíritu Santo, sabremos que el Reino está en nosotros y nadie nos podrá engañar con cantos de sirenas. Una Fe enraizada en el alma es la mejor garantía de que algún día estaremos con el Maestro y viviremos la plenitud del Reino de Dios.
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