12 noviembre, 2024 MARTES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B
San Josafat
Nacido en Lituania en el siglo XV, perteneciente a la Iglesia greco-católica bielorrusa, ingresó como monje en el Monasterio de la Trinidad, iniciando una reforma que llevó al nacimiento de la Orden Basiliana de San Josafat. Fue nombrado obispo de Polatsk, asesinado por un grupo de cismáticos focianos
Evangelio de hoy
El seguimiento adquiere la profundidad de aquel que libremente te llama a seguirlo, y en ese servicio, aunque aparentemente, no se reciba la recompensa esperada, se realiza por el amor libre que se tributa a Dios y es lo que te mueve a entregar tu vida libremente en aras del Reino de Dios.
Lucas 17, 7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo:
“Enseguida ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien:
“Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».
Reflexión del Evangelio de hoy
Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa
Las lecturas en el día de hoy tratan de que reflexionemos en la importancia que tiene el seguimiento de Jesús, en clave de servicio, humildad, sinceridad, como un testimonio con el cual permite que otras personas sean capaces de descubrir el sentido profundo del ser cristiano injertado en Cristo.
Un testimonio de vida, en el que el verdadero discípulo de Cristo trata de vivir su fe en coherencia y fidelidad. Por ello, las obras van acompañadas de ejemplos de vida: «Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16). Por ello, san Pablo, da una serie de instrucciones a Tito para que así se las haga llegar al grupo de fieles, al cual, él está al cargo: ancianos, ancianas y jóvenes deben ser referente de ello. El conflicto entre la sana doctrina frente a los falsos maestros y la buena conducta como signo indiscutible del seguidor de Jesús.
Por tanto, son dos aspectos importantes que tocan el ser del cristiano. Y que en más de una ocasión no es tan fácil vivir desde Dios, coherentemente, buscando únicamente cumplir su voluntad sin desviarnos hacia otras cosas que no tienen nada que ver con el modo evangélico que nos muestra Jesús. Conocemos perfectamente los mandatos de la ley divina, pero hacerlos vida es otra cosa. En más de una ocasión queremos imponer nuestro criterio, nuestra forma de entender lo religioso, y dejamos de lado la vivencia del: «amar como yo os he amado». Horóscopos, tarot, técnicas de relajación, santería… Que vamos metiendo en el «saco» de la fe para tranquilizar la conciencia pero no para vivir conforme al proyecto de Jesús. O simplemente cumplir una serie de normas sin que estas te cambien la vida a ser más honesto, coherente, humano, fiel. El seguidor de Cristo debe de ser otro Cristo en la tierra, por ello, Pablo, hace la referencia a que con esas obras sale del interior la luz de amor que arrastra a otras personas a cuestionarse el seguimiento y el sentido pleno de la vida.
Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer
Jesús está hablándoles a sus discípulos a cerca de los temas relevantes en el seguimiento: la conducta inapropiada lleva al escándalo en los más débiles en la fe, las faltas de fe que se dan en el camino y lo central en el ser cristiano es el servicio. Con esta parábola Jesús trata de que el discipulado entienda la profundidad que tiene el ir configurándose en medio del camino con el «Siervo de Yavhé» que entrega la vida por amor. En la mente humana aparecen otra serie de aspiraciones que son contrarias al seguimiento, así, lo muestran los discípulos: «Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante» (Mc 9,35); «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda» (Mc 10,37). Y, la respuesta de Jesús, es la de la humildad y el servicio.
Ante la dureza del trasfondo de la parábola: «¿tenéis que estar agradecidos por que ha hecho lo que tenía que hacer?», se nos muestra que se trata de normalizar el papel que tiene aquella persona que quiere vivir una vida de relación interpersonal con Dios. Seguimos a un Dios que ha tomado la decisión de subir a Jerusalén, por tanto, entregar la vida. Para que otros adquieran la Vida. El puesto que corresponde en el seguimiento es «donación», gratuidad, humanización de la vida de los demás, entendido desde la clave que tú quieras vivir como llamado a implantar el Reino de Dios aquí en esta realidad concreta.
Aparece así la conciencia de ser «siervo inútil» no como un desprecio sino como posicionarse ante la vida en clave de servicio. Hacer lo que tenía que hacer sin más. Si Jesús, que es mi Maestro, ha entregado la vida, yo quiero seguir el ejemplo a pesar de mi limitación humana. Cada vez que me mueve el amor a entregarme, a donarme, a dejar la piel en lo que hago desde la clave de configurarme con Cristo, me humanizo y humanizo la vida de los demás. Por tanto, no se entendería en clave negativa la vida del discipulado: «siervo» sino en una clave que lleva consigo todo un proceso de discernimiento y maduración en la fe, me hago amigo, alguien que se ha configurado con Cristo. Una exigencia de vida que opta por el amor en cada momento. Un centrarme en lo que es realmente importante: «nadie tiene amor más grande que el que da la vida». El seguimiento adquiere la profundidad de aquel que libremente te llama a seguirlo, y en ese servicio, aunque aparentemente, no se reciba la recompensa esperada, se realiza por el amor libre que se tributa a Dios y es lo que te mueve a entregar tu vida libremente en aras del Reino de Dios.
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