JUEVES DE LA SEMANA XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

Vidrieras

JUEVES DE LA SEMANA XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B

 

Lucas 15, 1-10

 

Jesús quiere dar una lección de la verdad de Dios. Un Dios que se entrega a la búsqueda de la oveja descarriada o de la moneda perdida, celebrando cuando las encuentra.

 

Evangelio del día

 

Lucas 15, 1-10

 

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

 

Reflexión del Evangelio de hoy

Todo lo considero pérdida por Cristo

Parece que San Pablo está en medio de la lucha entre circuncisión o no circuncisión, y nos deja bastante claro que lo importante no es una señal en la carne, de la que él se siente orgulloso, sino el seguimiento de Cristo.

La fe en el Señor, el hacer de Cristo, el arranque, el movimiento y la meta de nuestras vidas es realmente lo importante. Poco importa ser circuncisos o no, lo importante es el seguimiento del Señor.

Pablo nos señala su vida dentro del judaísmo más ortodoxo como una pérdida comparada con la excelencia que supone el seguimiento de Cristo.

¿Cómo es para nosotros el seguimiento de Cristo? ¿Lo consideramos una ganancia frente a todo lo que nos rodea? Creo que debemos pensar por dónde vamos en nuestra vida cristiana, y seguir a Cristo, cueste lo que cueste.

 

Este acoge a los pecadores y come con ellos

Es posiblemente este un fragmento de San Lucas donde podemos encontrar los signos más evidentes de la misericordia divina.

Ante la maledicencia de los “perfectos”, Jesús nos da una verdadera lección de misericordia, de caridad fraterna, de amor al prójimo. Y puede que nosotros no estemos tan lejos de aquellos fariseos tan puros, tan religiosos, tan cumplidores de la ley. ¿Cuántas veces hemos predicado que una manzana podrida puede estropear todo el cesto y conviene apartarla?

Esto, que yo confieso haber practicado en mi vida de catequista, pesa como una losa sobre mi conciencia. ¿Qué derecho tenía yo para juzgar a aquel muchacho revoltoso, desesperante, y apartarlo sin más del grupo? ¿Se parece algo mi acción a la que lleva a cabo el dueño de las ovejas? Es evidente que no y solo espero que aquella acción equivocada, realizada porque así me habían enseñado que había que hacer, no haya producido un daño irreparable a alguna oveja del rebaño del Señor.

No veamos en la actitud de los fariseos una acción malvada. Termina siendo mala, pero la intención es preservar la pureza de la Ley. Una Ley de la que está ausente la misericordia. Jesús es para ellos el enemigo de la Ley y por eso lo acusan. Jesús quiere dar una lección de la verdad de Dios. Un Dios que se entrega a la búsqueda de la oveja descarriada o de la moneda perdida, celebrando cuando las encuentra. Si seguimos leyendo este capítulo de San Lucas, nos vamos a encontrar con la parábola, que mal llamamos, “del Hijo Pródigo” cuando su nombre real debería ser la parábola “del Padre misericordioso”.

Saquemos conclusiones y llegaremos fácilmente a descubrir que Dios está siempre buscándonos, porque somos con frecuencia las ovejas que se descarrían, los hijos que se alejan del hogar, y siempre estamos necesitados de la misericordia y el abrazo del Padre. Pero, ¿estamos nosotros listos para recibir el regalo del amor que se nos ofrece gratuitamente?

D. Félix García O.P. – Fraternidad de Laicos Dominicos de Viveiro (Lugo)

Parroquia Sagrados Corazones
parroquia.sscc.madrid@gmail.com
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