20 agosto, 2024 MARTES DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO / CICLO B
HOY ES
San Bernardo de Claraval
Abad, doctor de la Iglesia
Castillo de Fontaines (Borgoña, Francia), 1090 − Claraval, 20-agosto-1153
Fue el gran contemplativo que llenó todo el siglo XII con obras admirables de apostolado en diversos campos, Fue un alma que vivió en radicalidad su vocación monástica centrada totalmente en Cristo, de la que derivaron sus grandes actuaciones a favor de la sociedad de aquellos tiempos, aquejada de profundas lacras.
Evangelio del día
Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».
Reflexión del Evangelio de hoy
Confiar en Dios
En la lectura del libro del profeta Ezequiel podemos distinguir tres partes: la referente a la destrucción de Jerusalén, los oráculos contra las naciones y las palabras de consuelo que acompañan la restauración.
El pasaje que leemos hoy se ubica en la segunda parte del libro. Dios a través de Ezequiel desenmascara las falsas seguridades de Tiro e invita al pueblo a la confianza en momentos de dolor. El oráculo nos ayuda a recordar que Dios siempre cuida de su pueblo sobre todo en los momentos de adversidad y desventura. «El Señor hará justicia a su pueblo, y tendrá piedad de sus siervos.» (Dt 32,36)
Dejar y seguir
Después del encuentro con el joven, rico el proverbio popular: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos.» (Mt 19,23), brinda a Jesús la oportunidad de indicar las exigencias del seguimiento. Frente a la propuesta del Maestro es necesario dar una respuesta. La vida nos pone frente a disyuntivas que debemos afrontar. Por eso es pertinente hacerlo siendo conscientes del compromiso que asumimos. La ilusión propia del primer encuentro tiene que sopesarse con una actitud reflexiva que lleve a cuestionar lo que implica seguir a Jesús.
Es muy humano pensar en el resultado de los esfuerzos que hacemos en la vida. Por eso el Señor nos brinda la posibilidad de darnos el tiempo y el espacio para cuestionarnos y discernir. La respuesta no será solo un buen deseo sino un compromiso de esperanza. Que oportunas las palabras de Václav Havel, pensador checo: «Esperanza no es lo mismo que optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte.» Que en este alto en el camino, que Jesús nos ofrece, nos ayude a renovar nuestro seguimiento desde la sabiduría que nos brinda la esperanza.
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